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CARTOGRAFÍA PERSONAL. Sobre un taller de fotografía con Matías Costa

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CARTOGRAFÍA PERSONAL

Hacer fotografías es en cierto modo como dibujar un mapa.

Matías Costa

 

Cuando el tiempo pasa por nuestras fotografías se descubre un nuevo modo de viajar a través del mismo. Volver al tiempo en que aquellas imágenes surgieron es la garantía de que ese tiempo existió y existe ahora de otra manera.

Conocí a Matías Costa durante la autopsia de una idea. Yo llevaba un tiempo haciendo fotos en los alrededores de Haza del Trigo, un pueblo granadino, pedanía de Polopos-La Mamola, donde mi compañera nació y en el que aún vivían sus padres. Algunos fines de semana íbamos por allí. Me había conseguido una Lubitel un poco cascada cuyo enfoque era un verdadero misterio para las leyes físicas sobre la óptica. Usaba películas caducadas. El resultado de cada fotografía era impredecible. Fotografiaba un espacio hostil, duro, un paisaje castigado por el sistema de explotación agrícola que domina esa zona de la costa granadina, muy cerca de Almería. Fotografiaba durante mis paseos. Pasear se convirtió en una forma de fotografiar. Fotografiar se convirtió en un modo de pasear. Enseñé esas fotos en algunos talleres y visionados y las palabras que siempre las acompañaban tenían que ver con los invernaderos. La atención se dirigía a ellos. Sin embargo, durante aquella autopsia presenté mi idea, mis fotos, más convencido que nunca, como el fruto de pasear por ese lugar. Sin más.

 

 

Una de las ideas que más recuerdo de esos días fue la de acotar nuestro trabajo, identificar entre qué límites se desarrolla. Creí entender qué quería decir Matías en relación a las cotas que son reconocidas, la importancia de identificarlas y saber bien dónde y cuándo sucede nuestro trabajo. Lindes, cotas, límites, bordes….  Todo esto generó una incómoda atención hacia el cuestionamiento del lugar desde el que fotografiaba y se fue generando una región de la comprensión sobre fotografiar que tenía que ver con la incertidumbre y la sombra más que con la luz y las certezas. No quise dejar de fotografiar lo que fotografiaba, pero comencé a hacerlo cuestionándome desde dónde lo estaba haciendo. Donde empieza la sombra. Con el tiempo he aprehendido la fotografía como una práctica desde y hacia los límites, algunos límpidos y otro sombríos, unos camino y otros maleza. Fotografiar como dibujar un mapa en el que dar forma a lo visible es señalar lo que pervive oculto.

Finalmente, de aquel taller salió una maqueta que, después de un debido reposo, se convirtió en un refugio para las ideas relacionadas con este trabajo y con lo que fui aprendiendo sobre la fotografía. La propia maqueta se convirtió en pieza o lugar señalado en el mapa.

 

Unos meses después recuperé una fotografía que tenía en otro lugar (que pertenecía a otra serie) y la acerqué a estas de los paseos por Haza del Trigo. Es una foto del pueblo. Formalmente, es una imagen muy distinta. Sin embargo, se acercó. Apunté algo:

El coche sube la cuesta y pasa una curva cerrada hacia la izquierda. El pueblo aparece justo enfrente, al otro lado de la rambla, entre una espesa niebla, a pocos minutos y algunos metros más lejos. Me paro. Ahí nació la mujer a la que quiero, la madre de la hija que aún no ha nacido.

Esta anotación que transcribo con pudor contiene las claves de mi fotografía, de lo que me interesa cuando hago fotos y cuestiono las fotos que hago, cuando quiero conocer y comenzar a contar algo. El texto cuenta una experiencia que surge de la mirada; habla de un lugar y del paisaje, y, decididamente, habla de amor y de familia, en primera persona.

Mi forma de entender aquel lugar y mi relación con el mismo comenzaron a participar en los paseos y en la atención de estar allí y fotografiar; y las fotos que tenía sobre aquellos paseos comenzaron a convivir con fotografías que ya estaban hechas y con las que estaban por venir. Así comenzaron las conexiones entre lugares del mapa que parecían lejanos entre sí. Hubo un momento en que el mapa se hizo en otra imagen y otras imágenes se hicieron imágenes diferentes. El texto y el tiempo les dieron otra veladura. (…)

El pueblo, su paisaje y la familia se van dibujando en este mapa.

 

Pablo Trenor Allen

 

 

 

Ese mapa que vamos construyendo no existe antes de iniciar el viaje, nace de nuestros propios pasos.

Matías Costa

 

Taller “Cartografía personal”

 

Cuaderno de campo

 

 

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