La fotografía es piel. Que separa, que oculta y que une.
El proceso creativo comienza en algún momento. Desde el inconsciente algo se revela y da lugar a un inicio. Una fotografía, un recuerdo, una palabra, una imagen con un significado que se va haciendo en el tránsito hacia lo consciente. Algo deja de ser algo y comienza a ser un algo nuevo. La verdad.
La tarea del artista, del fotógrafo, del hacedor y descubridor de imágenes es limpiar la piel para dejar las heridas al descubierto, los poros, las transparencias.
La fotografía se hace visible cuando del vacío y del silencio comienza algo, que, más allá de la compleja abstracción del lenguaje, no puede ser nombrado. En este venir de la inconsciencia o del desconocimiento de la memoria nace un espacio limitado, pero invisible, que viene o va hacia otro espacio ilimitado del que ya no se puede hablar con palabras. La fotografía se hace, se hace, entre esos límites auto-codificados; y se sigue haciendo en la transmisión, en su transformación, en el dejar ir hacia la ausencia o la pérdida. Es un vaciarse.
Texto y foto de Pablo Trenor
(Sobre La herida, y extracto del texto para la exposición «La humedad» de Laura Covarsí, Granada 2015)